miércoles, 20 de febrero de 2008

Mi ángel

Hace algunos años, más o menos como 21, había una pequeña niña con apenas tres añitos de nombre Amy. Ella se encontraba recostada en su cama pues tenía bastante temperatura, estaba cubierta por una cobija que apenas dejaba descubierto su rostro y su frente que estaba muy sudada. Su madre muy angustiada constantemente iba a revisar como seguía, pero la niña no tenía mejoría alguna, seguía con la temperatura alta, eso sumado a los medicamentos, la mantenían muy adormecida.

La madre de la pequeña cada que tenía oportunidad comentaba que la nena había empezado a pronunciar sus primeras palabras a los nueve meses de nacida, aunque en aquel tiempo era difícil entenderle, ya a los tres años hablaba casi correctamente, pronunciaba bien casi todas las palabras.

Pasaban las horas y la temperatura no cedía, la madre quien casi no se separaba de Amy, se encontraba en la cocina preparando la cena, mientras la niña seguía con temperatura, eso ya era algo alarmante.

Del lado izquierdo, la cama estaba mojada por el sudor de Amy, sus cabellos estaban húmedos, aunque tomara agua sus labios estaban secos, hacían que se viera mas enferma, mas frágil, la deshidratación era notoria.

De pronto sintió una presencia a su lado y entre abrió los ojos, volteó al lado izquierdo y pudo percibir que a un lado de ella, a un lado de la cama, se encontraba de pie una joven mujer, con vestimenta blanca, una especie de camisón o bata para dormir, de tela suave que se movía con mucha facilidad, era un blanco impecable, reflejaba mucha luz; el rostro de la mujer transmitía mucha tranquilidad, paz, confianza, era hermosa, de rasgos finos, muy blanca, cabellos rubios, largos, que enmarcaban perfectamente su angelical rostro.

Con voz suave le dijo a la pequeña, -“No temas, no te haré daño”, Amy le preguntó –“¿Quién eres?” Y la mujer le respondió -“Me llamo Priscila, cierra tus ojos”
Amy obedeció, Priscila puso su hermosa y delicada mano en la frente de la pequeña quien sintió una sensación inexplicable, algo muy fresco sobre su frente, vio luz aun con los ojos cerrados, dio un fuerte suspiro y al abrirlos, Priscila ya no estaba, se había marchado, pero Amy supo que todo estaba bien, intuyó que nadie sabía que Priscila había entrado a su hogar esa noche, ¿Cómo lo supo?, simplemente lo supo…

Fue a la cocina donde se encontraba su madre y le dijo –“Tengo hambre” La señora se quedó boquiabierta y le dijo mientras le tocaba la frente –“Hace un momento fui a verte y estabas ardiendo en fiebre”, Amy le respondió –“Si pero Priscila me curó y tengo mucha hambre” La señora aun mas sorprendida le preguntó quién era Priscila y Amy se apresuró a contarle los detalles.
-“Ah pues Priscila es una muchacha muy bonita, de cabello largo y rubio, tenía un vestido blanco y se veía mucha luz a su alrededor, me curó y ahora tengo mucha hambre, ¿Me puedes dar algo de cenar? ¡Por favor!”

La abuela paterna de Amy es rubia, entonces su madre le preguntó –“¿De casualidad no era tu abuelita Elisa?” Amy respondió –“¡Que no mamá! Ya te dije que fue Priscila, ella me curó, puso su mano en mi frente y cuando abrí los ojos ya no estaba, ahora tengo mucha hambre”
La señora estaba cada vez mas sorprendida de la historia que contaba Amy pues esta sonaba muy real, muy convincente, más porque, ¿De dónde una niña de tres años iba a inventar esa historia?, más un nombre complicado y poco común como el de Priscila. Se apresuró y le dio algo de cenar.

Pasaron los años y Amy recordaba casi a la perfección el acontecimiento, ella no sabía que el nombre de Priscila era real, hasta que lo escuchó en la radio, quedó muy sorprendida pero años más tarde conoció a una chica con ese nombre y varios años después conoció a otra chica más llamada así.

Amy está consiente que su experiencia es poco creíble, pero ella la cree, la vive, la piensa cada que lo desea, se conmueve tanto si hace el esfuerzo por recordar a detalle lo que pasó aquella noche que se llena de emoción y las lágrimas la invaden. Ella está convencida que Priscila es su ángel de la guarda, que en muchas ocasiones ha intervenido por ella, la ha salvado y que siempre la acompaña. Está convencida de que Priscila va con ella a todos lados y agradecida enormemente con Dios por enviarle al mejor Ángel de la guarda, ¿Y por qué es el mejor? Porque es el que la cuida a ella.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

OOOO muy interesante amiga, y yo si creo, siempre estan conmigo mis angelitos, los quiero mucho se que estan viendo esto que escribiste amiga y te lo agradecen...

Christian A. Sarmiento Arias dijo...

Que te puedo decir mi niña... sencillamente una historia como tu... muy interesante y linda...

Que bien que escribas para ti.. y que lo pueda ver el mundo...