En el valle del olvido se encontraba la doncella Ilé quien vivía paciente y tranquila, viendo pasar los días, había encontrado un poco de paz cuidando el hermoso jardín que la rodeaba, entre jazmines, azahares y rosas pasaba sin contar los días con toda la paciencia que jamás había tenido, no le quedaba otra opción más que esperar. En los linderos del este abundaban las parras de uvas, las cuales no podía comer pues las semillas de las uvas le provocaban una tremenda tos y comezón en la garganta, dichas parras marcaban el final de este valle y el inicio del valle de los moros, al lado oeste se encontraba el valle del hechizo y en la línea divisoria solo quedaban unas cuantas plantas con flores de gardenias y alelíes que habían crecido en el suelo entre las piedras, se veían maltratadas, como si alguien acostumbrara pasar repetidamente por el lugar sin ningún cuidado al pisar.
Ilé recordaba los hermosos días soleados en el valle de los moros, cuando estaba al lado de su amado, que aunque no era como ahora, no era paciente, ni tranquila, tampoco había encontrado la paz, pero si había encontrado el amor en Leina, un joven apuesto y valiente que le robó el corazón, que le iluminaba los pequeños pero expresivos ojos cada que le hablaba del inmenso amor que le tenía, los mismos que ahora estaban inundados por las interminables lágrimas pues extrañaba su olor, su calor y los abrazos que se prolongaban haciendo que ambos se olvidaran del tiempo. Ahora no podía moverse de este valle, pues si cruzaba al valle del hechizo ella se volvía agresiva, no media sus palabras, se volvía celosa, su mente se bloqueaba, era otra totalmente, hacía sentir mal a todos incluso y más que a ninguna otra persona a Leina.
En el valle de los moros ahora habitaba un adefesio de ogro, medía casi tres metros de altura y expelía unos insoportables olores, llegó de tierras lejanas en busca de humanos y más miel para poder comer, pero si atravesaba las parras de uvas, si pasaba hacia el valle del olvido, sus fuerzas se agotaban, se volvía pacífico y noble, entonces Ilé estaba a salvo. Cada que el desdichado ogro se acercaba al enjambre, las abejas lo atacaban desfigurándole aun más el horroroso rostro, así que también comenzó a alimentarse de sapos, culebras y cuando reptil pasara frente a él, pues los habitantes de ese valle huyeron apresuradamente a su llegada. La misma miel que comía el ogro, era la que el valiente Leina recolectaba cuando aun vivían ahí, encantando a las abejas para poder llevarle un poco a su hermosa Ilé, pero al llegar el horrible monstruo al valle, también tuvieron que huir, dejando toda comodidad y los abundantes alimentos que el valle les proporcionaba. Aunque no podían alejarse mucho pues cerca de una enorme montaña en el valle de los moros había una obscura y húmeda cueva, fuera de ella crecía un extraña planta llamada Eretid e Ilé necesitaba de sus flores, mejor dicho del polen que contenían estas flores para poder seguir respirando, le era necesario inhalar un poco todos los días y cada cierto tiempo cuando se le agotaba, ella se acercaba al valle del hechizo y con voz dulce pero fuerte llamaba a Leina, quien apresuradamente iba en busca de más flores sin importarle la amenaza latente que existía, no se atrevía a ir ella misma pues sabía que en aquella cueva era donde el horroroso ogro dormía, aunque necesitase inhalar ese polen, estaba consciente que si caía en las manos de ese ogro moriría casi de inmediato.
Leina vivía en el valle del hechizo, ahí él pasaba sus días cortando madera con su afilada hacha para construir casas y también para poder echarlas al fogón y calentarse pues a veces el frío era insoportable, estando dentro de ese territorio, él era todo un caballero, amable, amoroso en pocas palabras era un apuesto joven lleno de virtudes, pero al cruzar al valle del olvido, se volvía frio, calculador, controlador y orgulloso, haciendo sentir mal en contra de su voluntad a Ilé.
Cierto día Ilé se acerco al valle del hechizo pero antes de cruzar al otro lado, se detuvo pues ella sabía que al atravesar las gardenias y alelíes, su carácter sufría un repentino cambio, haciéndola enojar, desesperar y siendo hiriente en cada una de sus palabras, por tal razón al querer dar el paso para estar del otro lado regresó su pequeño pie, el cual estaba cubierto por una fina zapatilla de piso color plata que ya desgastada aun servía para proteger su pie de las espinas.
-¡Leeeinaaa!- Gritó Ilé con la esperanza de que su amado atendiera pronto al llamado. Pero no fue así, las marchitas flores que aun tenía para respirar el polen se le agotaban. -¡Leeeeinaaa, mi amooor!- El apuesto joven no atendió al llamado, pasaron tres días, en los cuales se agotaron las flores, hasta que por fin Leina escuchó los gritos de Ilé y apresuradamente se acerco al valle del olvido donde Ilé le dijo: -Leina, amor mío, las flores del eretid se me han agotado, no me queda una sola. –Pero mi amor- Respondió Leina con voz amable –Te he dicho que antes de que se agoten vengas a buscarme para que no pases ni un solo momento sin ellas-
-Es lo que he hecho- Dijo Ilé muy tranquila – He venido a buscarte tres días y tres tardes seguidas, estando aquí gritándote con todas mis fuerzas pero hasta hoy has atendido mi llamado-
-Te ofrezco una disculpa, he estado construyendo algunas casas en el lado este del valle y me he ocupado mucho en eso, se me han pasado los días rápidamente, pero he ganado muchas monedas para comprarte un lindo vestido y zapatos nuevos.- Respondió Leina entusiasmado.
-Muchas gracias- Dijo ella – ¿Podrías ir ahora mismo a traer más flores? Sé que es un gran riesgo, pero confío que una vez más regresarás con bien, no te lo pediría, pero en verdad necesito ese polen-
-Por supuesto- Dijo el joven apresuradamente – Iré por mi caballo y las traeré lo más pronto posible.
Ilé se sentó en un tronco cerca de las maltratadas flores que dividían los valles, viendo como su apuesto caballero iba en busca de su corcel, quien en unos cuantos minutos regresó cabalgando y sin dudar un momento cruzo al valle del olvido.
-Iré en busca de ese polen- Dijo Leina con voz fuerte y en tono de coraje – Burlaré una vez más a ese monstruo y lo haré por ti mi amada Ilé- Encajó las espuelas de sus botas en el hermoso corcel alazán, quien relinchando salió a toda velocidad hacia el valle de los moros.
Cerca de las parras de uvas, Leina ató al caballo, trepó por ellas y se fue caminando en busca de las extrañas flores. Estando ya dentro del valle de los moros, recordó las tardes junto a Ilé paseando por esos jardines que ahora lucían escalofriantes y tenebrosos. Corrió hacia la cueva, cortó todas las flores ya abiertas, las metió en su morral y se apresuró a salir de ahí, brincó una vez más las parras de uvas, montó en su caballo y salió a toda velocidad hacia donde estaba Ilé.
-Listo, he traído las flores para ti y espero que la próxima vez me avises con más tiempo, creo que tres días no son suficientes como margen para que se terminen, la siguiente vez quiero que me avises una semana antes- Ordenó Leina a Ilé - ¿Quedó claro?- Y cruzó al valle del hechizo.
-Claro que si- Respondió Ilé titubeante y a punto de llorar - Lo que tú digas, pero ¿por qué te vas así? No te he visto en días y ahora solo me dejas las flores y te vas ¿Qué pasa?
Leina respondió en un tomo mucho más amable y suave del que utilizó para dar la orden -No pasa nada Ilé, tengo que seguir trabajando ¡entiéndeme por favor!-
Entonces Ilé cruzo al valle del hechizo y Leina le dijo – No hagas eso Ilé, tú decidiste quedarte allá, sabes lo que ocurrirá si atraviesas el límite-
-Sé perfectamente lo que ocurrirá- Le respondió ella en tono fuerte y molesto caminando hacia él – ¿Y sabes qué? ¡No me importa! ¡Estoy cansada de venir a buscarte cada que te necesito y tú atiendes mis llamados hasta que te viene en gana! ¡Estoy harta! ¡Estoy cansada de esto!-
-Pero Ilé, tu sabes muy bien nuestra situación- asintió Leina en tono amable –No podemos vivir de otro modo, tú lo decidiste así amor, yo solo hago lo que tú me dices-
-No Leina, no- Dijo ella muy molesta –Si fueras taaaan valiente como todo el mundo dice que eres, si me amaras un poquito de lo mucho que presumes, ¡ya nos hubiéramos largado de aquí! ¿Dónde está todo el amor que dices tenerme? Si me amaras en realidad iríamos en busca de otro valle, donde exista la planta del eretid con sus flores para que yo pueda seguir respirando, un valle donde haya mucha madera para que construyas nuestro hogar y todas las cosas que desees, un valle con jardines y comida variada…
-Ilé mi amor, tú sabes que eso es muy riesgoso-
-No me importa, si fueras valiente ya me hubieras llevado lejos contigo- Interrumpió Ilé gritándole a Leina- ¿Dónde está el disque amor que dices tenerme?- Dio la media vuelta y cruzó al valle del olvido, entonces Leina la siguió, cruzo también y la tomó de la cintura jalándola hacia el valle del hechizo.
Ella le pedía: – ¡Por favor Leina suéltame, déjame ir!- pero él no hacía caso a su petición y seguía jalándola. Estando ya casi en medio de los dos valles a punto de cruzar hacia el valle del hechizo, pisando ambos una planta con flores de alelíes, Ilé le suplica: -¡Por favor Leina, no vuelvas a utilizar tu fuerza conmigo!- Dan unos cuantos pasos más, quedando cada uno en su valle, él recapacita y la suelta, Ilé seca sus lágrimas, se ven a los ojos, él da tres pasos hacia atrás y le dice: -¡El amor que te tengo está en tus pulmones!...
5 comentarios:
Nena, escribes muy bien.. Opino que deberias publicar los otros escritos que tienes, los que estan llenos de mas fantasia, sé que si gustarán, por una vez en tu vida hasme caso. Este esta muy bien, pero sé q tenes más.
Te mando un abrazo x cierto soy Raul.
mE GUSTO MUCHO LA HISTORIA ES TAN REAL. Y TIENE RAZON TU AMIGO RAUL DEBERIAS ESCRIBIR MAS SOLO QUE PONLE ALGUNAS IMAGINES.
OTRA COSA LA HISTORIA SE ME HIZO MUY FAMILIAR Y HE DE APOSTAR QUE SE TRATA DE TU HISTORIA PERSONAL. O NO?
A HAS LA SEGUNDA PARTE::: BESOS!!
Si ya me habías dicho que le falta color al blog pero esta entrada va sin imagenes.
Y solo te pregunto algo Chango Monstruilo ¿Crees que hay segunda parte? ¿En verdad crees que exista algún día la segunda parte?
Ah, gracias Rulo por tu coment XD
hola saben algo mi nombre es leina es una total coincidencia cierto pero muy agradable ajaja
Mira que coincidencia, pero suele suceder...
Saludos y gracias por tu comentario..
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