jueves, 9 de octubre de 2008

Tus rasgos entre el bullicio

Casi siempre a la misma hora y sin quererlo, entre el sol que calentaba el colectivo y esas dos manifestaciones de atracción, varias gotas de sudor recorrían desde mi oreja o cuello hasta topar con algún lugar en mis ropas. Si había suerte podía ir sentada y tener sobre mis piernas la mochila que contenía mis libros, en mis manos a veces mi garrafa con agua o alguna tarea importante. Mi espalda pegada en ocasiones a un caluroso asiento o en otras se limitaba a sentir la lámina del vehículo.

Música que raras veces deseaba escuchar, individuos extraños, “paradas continuas”, un montón de mundos metidos en ese lugar, mi cerebro tratando de bloquear todo aquello que apenas recuerdo. Entonces las cosas empezaban a valer la pena, cuando la parada era para dejar subir a otro individuo no tan extraño como el resto, que por alguna misteriosa razón siempre quedaba sentado justo frente a mí, para ser disimuladamente observado.

¿Cómo no notarte, cómo no observarte, cómo podrían pasar desapercibidos esos ojazos que a ratos se clavaban en mí? ¿Cómo no encantarme? Si quedabas justo donde sin armas podría enamorarme.

Tus grandes manos de hombre trabajador no tenían ninguna argolla, sostenían una bolsa que parecía contener tu almuerzo, probablemente hecho por tu mujer o tal vez por ti. Pero eso no era lo que llamaba mi atención, sino tus brazos, dudo que hayan tenido esos músculos por gimnasio, más bien creo que era por trabajo, y tus abismales ojos oscuros que por solo un poco opacaban a tus sustanciosos labios.

Sensación extraña que en aquellos días era nueva para mí, saber tu edad era tan difícil como preguntártela, esquivar tu mirada era tan fácil como ver por la ventana, pero dejar de sentirla, era tan difícil como detener los golpeteos de mi corazón.

El camino hasta mi destino era largo y tú te seguías de largo. Desaparecías casi a diario, entre el bullicio y el rumbar de la pesera, pero me quedaba con la quimera que dejaban tus rasgos, pues al parecer al día siguiente te volvería a ver y sería entonces cuando por lo menos una sonrisa tuya intentaría obtener.



Fotografía de vlavlavla

9 comentarios:

Emily No dijo...

Hellou amaveli wenos ¿dias o noches? jejejeje

a quien andabas seduciendo en un camion!!!!!! :) jajaja un hombre guapo! ¿? jejeje

cuiidate un beso :)

R. R. dijo...

Andale!!! que relato tan agradable para quien sea el inspirador!!! ajua!!!
Gracias por pasarte por mi blog.
Respondiendo a tu pregunta te dire que hace un buen que no voy a un baile, siempre eh querido bailar salsa pero las pocas parejas que eh tenido no les gustaba!!!
Y entre celos y esas cosas, pues mejor me limitaba a ver... pero SI me gustaria aprender...
Te dejo saluditos otra ves y aguas!!! que te enamoras y ni cuenta te das!!!

R. R. dijo...

Solo decirte que el link nuevo es este...

Germanico dijo...

Me encanto la descripción, el ambiente, todo. Pero me quede con ganas de saber mas, de ver como sigue, jaja.
Vino el encuentro, la palabra, la sonrisa?

Saludos

Anónimo dijo...

Hey chidita la historia pero... y que pacho? lo conociste, hubo alguna palabra? es novio, amigo, esposo, conocido ahora?!?

Saludines desde Mty!!! :)

Anónimo dijo...

hola hola amaveli!!!

Sii a veces me la paso platicando todo el tiempo jajaja y hay momentos en los que se me va el habla y pienso y analizo y pienso y reflexiono :D

Y creo que de ahora en adelante pasara eso mas seguido jejeje :)

saludishos

oie nunca nos hemos agregado al messenger :) si vivieras en monterrey creo que seriamos wenas amigas :) jejejeje

beba_0186@hotmail.com

vesania dijo...

compartiran el asiento alguna vez??? y que pasa si se queda alguno dormido y no alcanza el bus???

que linda historia gracias por compartirla... supongo que sigue.

un beso comadre que tengas un excelente domingo

eme dijo...

que bonito cuando sientes que te enamoras de un desconocido...vas en el metro (o bus) y todos los dias ves a esa persoan que hace que tu corazon de un vuelco... siempre piensas en decirle algo, pero al final te bajas y no el dices nada, siempre piensas que mejor mañana...
un relato muy tierno.
un beso fuerte

BIRA dijo...

Bonito relato y magnífica descripción. Me han gustado especialmente las frases que les has dedicado a sus ojos y esos brazos "que no son de gimnasio".

habrá continuación?